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Mostrando entradas de noviembre, 2019

Cintas para colgar los abrigos Stikets

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Muy buenas, queridas. Os quería enseñar hoy el primer pedido que he hecho a Stikets. Lo enseñé hace unos días en Instagram, pero por si alguien no lo ha visto por allí, quería ponerlo por aquí también.  Si pinchas en la imagen te lleva al reel de Instagram. (Un saludo para el pie del mini trípode que se me coló en la foto y lo acabo de ver 🤣🤣) En la reunión de inicio de curso, la profe de Emma nos comentó que sería interesante ponerle unas cintas a cada abrigo para poder colgarlos en las perchas (porque con unas perchas muy anchas) y, de paso, poner el nombre de cada peque en la cinta para distinguir abrigos (ya el año pasado tuvimos un cambiazo en el que la otra peque salió perjudicada porque el abrigo de Emma le quedaba bastaaaante pequeño, jajaja).  En un principio iba a coserle yo misma una cinta y a escribirle el nombre de cualquier manera, pero jo, tenía tantas cosas que hacer que tiré por lo fácil y me acordé de Stikets.  Así que hice un pedido de cintas para colgar los abrigo

Loser

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Hola, queris. Pues que vuelvo por aquí. Estaba hoy pensando en algo que me pasó hace mucho tiempo (no voy a contar los años que han pasado porque me da toda la depreaimchuould). Veréis, cuando tenía unos 12 o 13 años alguien quiso enseñarme algo que no aprendí. Unfortunately.  Estábamos en un bar en el polígono y esta persona había sacado la cartera para pagar. Sacó un billete de cinco euros y me dijo: "Paola, te propongo una cosa, puedes quedarte esto ahora mismo o puedes quedarte el dinero que lleve en la cartera si es que llevo algo más, pero solo puedes elegir una de las dos opciones." ¿Y qué hice? Preguntar, preguntar y preguntar por lo que llevaba en la cartera.  "Vamos, ¿qué eliges?", pues no elegí la cartera porque tengo miedo a no saber lo que estoy haciendo. Y no es que lo tenga desde aquel día, lo tengo desde hace mucho más. Y con treinta años no he cambiado, no he superado ese miedo y sigo necesitando saber todo lo que va a pasar. ¿Y ahora q

La insoportable levedad del ser idiota

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Hola, queris. La verdad es que llevo un tiempo -vale, años- pensando en hacerme un nuevo tatuaje pero no me decido en cómo debería ser el diseño. Pensé hacerme uno cuando me casé, quería tatuarme mi ramo. Después pensé hacerme uno por la endometriosis, un triángulo invertido lleno de flores (de las flores de ese mismo ramo). Más tarde, pensé tatuarme algo que simbolizase toda la lucha por tener a Emma. Y luego pensé tatuarme algo por mi maternidad. Y ahora... ahora ya me da la risa floja pensando qué podría tatuarme.  A veces me descubro perdida en mis pensamientos dándole vueltas a esto mismo. La verdad que el ser humano es curiosísimo. No tengo otra cosa por la que preocuparme que me obsesiono con qué podría tatuarme. En fin.  Lo contaba en la última entrada, en este estado actual no quiero ver cosas nuevas, prefiero ponerme de fondo cualquier serie que he visto doscientas veces antes que encontrarme nuevas historias de amor o de familias felices (o no felices, me da igu

Worst ever.

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Hola, queris. Tenía ganas de pasar por aquí. Últimamente tengo mucho mucho mucho lío y me he olvidado ya de lo que significa "tener tiempo libre" pero me sigo acordando del blog y echo de menos escribir. Y leer, echo tanto de menos leer... Llevo como dos meses sin leer un libro pero bueno, tampoco es que eso sea lo peor. ¿Y qué es lo peor?  Lo peor no existe.  Y aquí, aquí me bloqueo. Y no solo pasa mientras escribo, me pasa al vivir. Me pasa en persona. Quiero vivir, quiero hacer algo distinto y, de pronto, llega el bloqueo. Y desperdicio una oportunidad tras otra de volver a vivir. ¿Por qué?  Pues, ¿por qué no? Y en un minuto mi bloqueo me roba todo lo que había planeado durante días, lo que iba a hacer, cómo lo iba a hacer, cuándo lo iba a hacer. De pronto, ya no sé quién soy, ya no recuerdo lo que iba a hacer, ya no recuerdo cómo se hacía, ya no quiero hacer nada más. Y me bloqueo.  Y entro en bucle.  Y otra vez.  Estamos entrando en la

Feliz cuzcumpleaños, Sandrita.

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Mi hermana: ¿Pero no vas a venir ni un rato a mi cumpleaños? Leti (la cómplice): Tu hermana dice que no quiere hacer nada por su cumpleaños, que tú no vas a ir. Mi madre (otra metida en el ajo): Tu hermana está fatal, que cómo eres, que ella está con la despedida y tú ni caso le haces. JA. El pasado 2 de abril fue el cumpleaños de mi hermana pequeña, Sandra. Probablemente la mejor persona que habite la Tierra y parte de la Galaxia. La mejor persona con la peor mala leche. Pero una mala leche de la hostia. Muy heavy todo. ¿Qué puedes hacer cuando quieres tantísimo a una persona así? Pues prepararle una fiesta sorpresa y rezar para que no te reviente -porque encima la nena hacía Taekwondo. Esto de rezar os prometo que es verdad verdadera. Pues a espaldas de mi hermana le liamos una buena, aperitivos varios, sushi (¡que me enseñaron a hacer el otro día, por fin!) y tortillaca de mi madre. Y yo, por supuesto, le tuve que hacer esta tarta Minion porque la ocasión lo merecía. ¿O